Una triste alianza para poner en marcha una máquina de muerte
Poco a poco -paso a paso- y basada en la mentira y la violencia, es la lógica que ahora se está aplicando para poner en marcha la subestación eléctrica Rigolleau en Berazategui, después de 8 años de resistencia pacífica por parte de los vecinos y las organizaciones sociales que los acompañamos. Resistencia que impidió su instalación.
Un nuevo plan meticulosamente pensado, que empieza a fines de diciembre de 2010 cuando el Municipio le “inicia” una acción judicial a Edesur para que esta empresa multinacional, resuelva -por el medio que sea- que no haya más cortes de luz en el Distrito. En la segunda parte del plan entra el ENRE y declara que la única solución es poner en marcha la subestación Rigolleau e inicia un mentiroso y artero plan de “concientización” en algunas escuelas, con un núcleo reducido de directivos que eran obligados a participar (jamás convocaron a la comunidad escolar) y borran de un plumazo el compromiso asumido en el mes de junio de 2011, por Barletta y Cardeza –vicepresidente y Director del Enre-, de convocar a un Foro de Debate con los vecinos del barrio y especialistas en el tema. El Municipio, mientras tanto, pone a disposición todo un arsenal logístico.
Cumplida esa parte del plan todos los integrantes de ésta “sociedad”: Municipio, ENRE, Edesur y las fuerzas de seguridad (policía bonaerense y gendarmería) a quienes se les asigna el rol de protección de toda la movida, se reúnen para ajustar los últimos detalles del plan, bajo el paraguas del Dr. Luis A. Armella, titular del Juzgado Federal de Primera Instancia de Quilmes.
El operativo se inicia el 13 de febrero de este año con el desembarco, al mejor estilo hitleriano, de más de 300 policías bonaerenses pertenecientes a infantería, caballería y fuerzas especiales, acompañados por la esbirra Guardia Urbana local y una empresa encargada de tabicar el barrio y así permitir el accionar anticonstitucional de las fuerzas de seguridad.
Los pasos siguientes son conocidos y repetidos, ninguna instancia de gobierno recibe a los vecinos, la Justicia -que es ciega, sorda y muda- no responde a las denuncias por las golpizas, el pedido de documentos a los vecinos, las agresiones verbales a las vecinas, las provocaciones, rechaza el habeas corpus utilizando un argumento de los años 40 del siglo pasado y el juez Armella, que en su momento adujo no haber recibido en su juzgado nada de parte de los vecinos, cuando recibe un recurso de amparo se toma casi 60 días para declararse incompetente, haciéndolo prácticamente cuando la subestación está por ponerse en marcha. Así se protege a las multinacionales.
¡¡Gobierno popular!! suena a risa. ¡¡Justicia a favor de los más desprotegidos!! suena a cargada. Los vecinos preocupados por su SALUD, que reclaman por su derecho a la VIDA, son para ellos una tontería.
En definitiva. Todos, con la policía como escuderos, se dedicaron a poner en movimiento este minucioso plan para proteger los intereses de una multinacional, de capitales principalmente italianos, en un barrio donde viven tantos inmigrantes o descendientes de la hermosa Italia que hasta la escuela Leonardo Da Vinci y la Casa de Italia, están en el mismo. Paradojas de la vida. ¿O también estas instituciones fueron parte del plan, o apenas silenciosos cómplices útiles de la maniobra?
Claro que no solo a nosotros nos ningunearon. La Defensoría del Pueblo de la Nación, aun espera una respuesta por la presencia policial en el barrio y la violación de los Derechos Humanos, a la de la provincia le pasa otro tanto. Al Comité contra la Tortura, perteneciente a la Comisión provincial de la Memoria, le contestaron tan tardíamente que el grueso de la policía habían vuelto a sus comisarías porque ya no eran necesarios tantos uniformados para la última etapa del plan.
Pero no les fue fácil llevar el plan adelante. Debieron apelar a todos los recursos, legales e ilegales como el atropello a las libertades democráticas de un barrio que se vio sitiado teniendo que pedir permiso para transitar por su calles e ingresar a sus hogares, y si bien ya han iniciado las pruebas de funcionamiento de la subestación no pudieron evitar que el tema de la contaminación electromagnética emerja y se instale en el conocimiento de la gente y que ello genere movimientos de resistencia en otros puntos del territorio que están siendo exterminados por este tipo de contaminación. Tampoco pudieron evitar que algunos políticos populares repararan en la cuestión y se pusieran a buscar soluciones o que muchos científicos -que honran su profesión y buscan la verdad- se pongan a trabajar en el tema. Y porque no, seguramente la verdad también llegará a esa parte de la Justicia, que hará Justicia.
La cosa no termina. Nosotros les recomendaríamos que aún no descorchen el champán. Los vecinos siguen de pie y buscarán y encontrarán nuevos resquicios porque el verdadero poder está en manos del pueblo, de los luchadores sociales, de la ciencia que no trabaja al servicio de las grandes multinacionales, de la juventud que levanta las banderas de la soberanía real de un país que proteja sus recursos naturales y la vida de su gente, de los reservorios de la Justicia. En definitiva, la verdad está de un solo lado y aunque parezca romántico y utópico al final triunfa y no como en una novela rosa, sino porque es la enseñanza que nos muestra la historia.
Quizás, sea más difícil lograr que los culpables de poner en funcionamiento una máquina de muerte paguen sus tropelías, esencialmente porque vivimos en un sistema injusto y perverso. Porque vivimos en un momento donde la acumulación del capital depende del sometimiento de la vida humana y de la destrucción de la naturaleza, porque siempre están en función de la ganancia a cualquier precio. Pero ellos saben, y nosotros también, que la resistencia es el primer paso del triunfo de los pueblos, seguiremos peleando y a lo mejor la tortilla se vuelve, y como dice una vieja canción de los republicanos españoles los pobres terminen comiendo pan y lo ricos (los de la “sociedad” que defiende a las multinacionales) mierda, mierda.
Río de la Plata, 28 de mayo de 2011