Hay que convertir al 22 de marzo en el Día Mundial de la Defensa del Agua.
Así como estamos no hay nada para celebrar
La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró, en diciembre de 1993, al 22 de marzo como el Día Mundial del Agua. Simultáneamente estableció al agua como un recurso único y esencial para la vida en la tierra. Paradójicamente a medida que pasan los años se convierte en una fecha para llenar el calendario de la ONU, organismo que año tras año la vacía aún más de contenido. Se transformó en una cosa abstracta que los gobiernos centrales y no centrales desconocen en la vida real. Para las multinacionales que dominan el mundo es un bien primario para sus apetitos imperiales.
Este año el tema del Día Mundial del Agua es: El agua y el empleo. Al fundamentarlo se pone de relieve el interés principal que los países centrales tienen sobre el agua. En el Informe mundial de Naciones Unidas sobre la valorización de recursos hídricos, que será presentado el 22 de marzo en Ginebra, se plantea como elemento esencial que “la carencia y los problemas de acceso al agua son factores que provocan limitaciones para el futuro crecimiento económico”.
Vale la pena insistir, que el agua es un bien cada día más escaso. Sólo el 2% del total existente a nivel planetario es apta para el consumo humano. Según un informe del Instituto Internacional del Agua de Estocolmo (SIWI, por sus siglas en ingles), hay 1.400 millones de personas en el mundo que viven en áreas abastecidas por ríos que se están secando. Otras mil millones carecen de acceso al agua potable. Con absoluta crudeza, por lo real, Jane Cohen y Amanda Klasing nos recuerdan que “son cientos de millones de personas (el en mundo), la mayoría mujeres y niños, los que recorren grandes distancias, o esperan en largas colas, para recoger uno o dos cubos de agua; agua que posiblemente ni siquiera sea segura para beber. Diariamente más de 1.800 niños mueren de diarrea prevenible y tratable, en gran parte vinculada a la falta de agua potable y las deficientes condiciones sanitarias.
Bajo sus diferentes formas y estados, nuestro planeta alberga (según los cálculos más optimistas) unos 1.380 millones de kilómetros cúbicos de agua. Según una nota publicada por el diario Clarín de acuerdo a un estudio realizado por la revista Water Resources Research se determinó que una tercera parte de las 37 cuencas subterráneas más caudalosas del mundo, que constituyen las principales reservas de la humanidad, están perdiendo agua a un ritmo vertiginoso. Si no defendemos el agua a escala planetaria en pocos años entraremos en un ciclo de difícil retorno.
En nuestra región, el Río de la Plata, junto al acuífero Puelche, son los yacimientos de provisión de agua principales que disponemos. El Río de la Plata se encuentra entre los 10 ríos más contaminados del mundo. El Puelche está recibiendo, desde hace años, las filtraciones de líquidos lixiviados de los Residuos Sólidos Urbanos y los metales pesados que arrojan las industrias a los arroyos.
La mayor parte del agua que utilizamos diariamente está “incorporada” en los alimentos que consumimos. Estamos convencidos, en este tema puntual, que incorporarle contenido a la recordación del Día del Agua es que la ONU adopte medidas de acción inmediatas para resolver tres cuestiones vitales de manera simultánea: terminar con el hambre en el mundo, cuidar el agua y suministrar agua apta para el consumo a todos los habitantes del planeta.
En nuestro país, los ríos y arroyos son utilizados como medios para limpiar y transportar los desechos. La mayoría de los de los ríos próximos a las áreas urbanas tiene una pesada contaminación con desechos domiciliarios e industriales que no se tratan en forma adecuada antes de descargarlos en los cursos de agua naturales, y las plantas de tratamiento de aguas residuales y efluentes industriales frecuentemente están fuera de servicio o directamente no existen. Además, la prevención de la contaminación, el reciclado y los programas de seguridad química son escasos o inexistentes. Las aguas residuales no tratadas y descargadas en el río en muchos casos son fuentes de provisión de agua para consumo humano. Tal el es caso del Río de la Plata, que recibe la descarga de residuos cloacales e industriales sin ningún tipo de tratamiento previo.
Gustavo Mozeris ingeniero agrónomo y docente de la Cátedra de Sistemas Alimentarios de la Facultad de Agronomía de la UBA, y el ingeniero Hugo Cetrángolo de la Cátedra de Química Analítica de la Facultad, advirtieron sobre la contaminación que generó el dragado de los sedimentos del Riachuelo y la decisión de volcarlos en las aguas abiertas del Río de la Plata.
El Ing. Mozeris sostiene que la calidad del agua que toman millones de personas que viven en Capital y Gran Buenos Aires está seriamente cuestionada. “Se trata de sedimentos que entran dentro de lo que se categoriza como residuo peligroso y deben tener un tratamiento especial, un confinamiento, un procesamiento. Son contaminantes cancerígenos”, afirma el experto.
Por otra parte, este mismo río recibe diariamente más de 2 millones de m3 de desechos cloacales sin ningún tipo de tratamiento que son arrojados a la altura de Berazategui previo paso por una planta de pretratamiento que no está preparada para tratar contaminantes y que además, según informaciones recibidas, a pesar de toda la publicidad hecha en los últimos años aún no está en funcionamiento. Sería un doble engaño a la sociedad.
Para tomar otro ejemplo de la responsabilidad gubernamental y el poder de lo económico, podemos asegurar que los humedales de la ribera del Río de la Plata están bajo el riesgo cierto de desaparición debido a los grandes negociados que se están produciendo con la construcción de los barrios cerrados. Tal es el caso de Nueva Costa del Plata en Avellaneda-Quilmes y Pueblos de Plata, en la costa de Hudson (Berazategui).
El fiscal federal de San Isidro consideró demostrado que la proliferación de los barrios cerrados en la zona del río Luján y el Delta del Paraná afectó el medio ambiente y provocó “graves estragos” e “incalculables daños a la propiedad pública y privada”.
Hemos repetido una y otra vez que los científicos insisten que cuando se ingiere agua contaminada con bacterias o virus, los daños a la salud suelen manifestarse en el estómago. Pero cuando la contaminan agentes químicos, los efectos sobre la salud son menos inmediatos, más permanentes y más graves.
Hay quienes consideran que el problema del agua se resuelve utilizando cloro, pero el exceso de esta sustancia en el agua puede causar cáncer, especialmente de vejiga. También irrita los ojos, afecta la piel e incluso puede causar patologías respiratorias. Por otra parte, una mayor presencia de agentes químicos, como nitrógeno y fósforo, puede ser responsable del desarrollo de cálculos renales y afecciones similares.
En nuestro país tenemos enormes reservorios de agua, estamos surcados por varios ríos y contamos con enormes glaciares, pero las dos terceras parte de nuestro territorio son áridos o semiáridos y muchos de esos ríos están en serios peligros de contaminación.
Los glaciares y sus ríos siguen sin ser protegidos, la Ley de Glaciares sigue sin aplicarse. La minería a cielo abierto, que entre otras cosas consume millones de litros de agua son un peligro real tal cual lo demostró el informe sobre el derrame de la Barrick Gold que envenenó el agua del río Jáchal.
En este último período se ha incorporado la extracción no convencional de petróleo utilizando la fracturación hidráulica, la que también utiliza millones de litros de agua diariamente y es otra fuente de contaminación de los rios.
Se ha instalado, como política de Estado un falso concepto de desarrollo y crecimiento por parte de los poderes ejecutivos provinciales y nacional. Los medios periodísticos siguen invisibilizando el reclamo popular, y el boicot a las leyes, en un manifiesto respaldo a la mega minería y la decisión de abrirles las puertas a los gringos, para que vengan hacer enormes negocios.
En el gran Buenos más del 30% de sus pobladores no tienen conexiones de agua potable. Alrededor de seis millones de habitantes de esta región viven en riesgo sanitario. Los basurales a cielo abierto han brotado por distintos lugares de la región.
No hay medidas concretas. Por el contrario se habilitan emprendimientos –mayoritariamente inmobiliarios- que avanzan sobre los humedales de la Cuenca del Plata. La OPDS creó las condiciones para terminar de armar un proyecto de ley de Bosques Nativos que es una abierta agresión a los cursos de aguas existentes en la provincia de Buenos Aires. La Argentina no posee medidas de control adecuadas para el tratamiento y disposición de aguas servidas, residuos peligrosos sólidos y desechos industriales domiciliarios, que finalmente terminan contaminando cuerpos de agua superficiales y subterráneos.
Mientras tanto, el mensaje de la Naciones Unidas vuelve a insistir en falsos conceptos de progreso, sustentabilidad, economía verde y otros tantos inventos que no hacen más que esconder la responsabilidad de las multinacionales y los países capitalistas centrales en la actual situación.
Hay que convertir el 22 de marzo en un día especial de lucha en defensa del agua.