El Bosque de Hudson y la política del silencio
El silencio es lo que caracteriza al gobierno municipal de Berazategui. Un silencio que se convierte en una política, que pareciera no le da malos resultados para sus objetivos. Un silencio que le permite hablar de temas menos tangibles y más marketineros.
Lo que sucede es que el silencio en temas esenciales como la educación o la salud se convierte en un delito social.
Hemos advertido que el murallón construido ilegalmente en la costa de Hudson, y detenido por la Justicia, estaba destruyendo progresivamente el bosque ribereño. Hoy a casi un año de esa advertencia, y denuncia, a las autoridades provinciales los hechos nos están dando la razón. El murallón sigue allí y el bosque se degrada.
Hemos dicho, y mostrado, que se notaba una salinización anormal que podría ser provocada por la mano del hombre, el que estaba secando el bosque con fines comerciales. Situación, que no podíamos denunciar por falta de pruebas, pero que era aprovechada por las empresas constructoras y comercializadoras del complejo de barrios cerrados Pueblos del Plata. Razón por la cual pedimos, hace ya dos meses y medio, al Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible que investigara la situación y aún no hay novedades. ¿Burocracia o complicidad?
Además, alertamos que la rezonificación producida por el legislativo municipal en las tierras donde construye la empresa Lagos de Hudson son valles de inundación (y en parte bosque) y que ocuparlos podrían ocasionar daños a todo el ecosistema de la región. Llevamos dos meses esperando una respuesta del OPDS.
Alertamos que la destrucción de la biodiversidad ribereña desde la autopista hasta el Río de la Plata podría traer serios problemas de salud a la población, realidad ante la que todas las autoridades hacen silencio, no dan respuestas, ni muestran estudios que demuestren lo contrario.
Ahora estamos en condiciones de alertar que la ruptura del equilibrio hídrico que se producía con el ingreso de agua dulce proveniente del río hacia los humedales, bosque y valle de inundación puede ser en parte la respuesta a la creciente salinización de las aguas subterráneas que ya empiezan a notarse en Pueblo Nuevo, Plátanos y otros lugares de los alrededores. El fenómeno es muy sencillo si no filtra agua dulce emerge la napa de agua salada que está cada vez más cerca de la superficie.
Como la realidad es más testaruda que las excusas de los funcionarios, en estos días 2 jóvenes se perdieron, según la imprecisa información con la que se cuenta, en el bosque que aún queda en pie entre el río, la calle 63, el arroyo Baldovino y la Camino de las Rosas. Los hechos, por eso se perdieron, han demostrado que se trata de un bosque ribereño con todos los recursos y riesgos que los mismos tienen en sus entrañas. Pero el estado municipal no habla de esa realidad, aunque aprovechó la situación para propagandizar la efectividad de su tardía reacción. La vida demostró que se trata de reconocer que esa zona, como al otro lado del arroyo y de la calle 63, es un bosque al que no se puede entrar porque es zona intangible que tiene todos los riesgos con los que se encontraron estos dos jóvenes. Demarcarlos, como sugieren algunos medios, es reconocer lo que no quieren reconocer: que ese es un ecosistema ribereño que debe ser protegido y que abarca toda la región y no una franja alrededor de los caminos, el Baldovino y la costa, para lo que están preparando a presuntos guardabosques en un trucho e incompresible curso que están dictando en el anexo de la Universidad de Quilmes en Berazategui.
Todo en un silencio que resguardan las autoridades provinciales, las municipales y el Concejo Deliberante, incluso algunos que dicen ser concejales opositores.
Solo más movimiento de los vecinos, organizaciones sociales, partidos políticos, etc. puede pararles las manos antes de que sea tarde.