Continúa la destrucción del bosque y los humedales en la costa de Hudson

No está demás iniciar nuestra denuncia con algunos comentarios de la encíclica papal Laudato con la que Francisco se metió en el debate sobre el cambio climático. Con un llamado a una «conversión ecológica» volvió a denunciar un sistema mundial sin ética dominado por «poderes económicos».

Con “la debilidad de la reacción política internacional, y el sometimiento de la política a la tecnología y las finanzas se muestra el fracaso de las cumbres mundiales sobre medio ambiente», acusa el Papa en la encíclica, la que, aunque esperada, tardó bastante en llegar. Y advierte que “la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas».

Desde nuestro espacio hemos venido sosteniendo la relación entre la degradación ambiental, con la interminable ambición de hacer negocios y la apropiación capitalista de los recursos naturales.

En este contexto queremos volver a denunciar que el desmonte del boque nativo, con su consabida perdida de flora y fauna, y la construcción de un murallón de más de 3 metros de alto en la costa de Hudson sigue adelante pese a la intimación para detener la obra realizada por el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), por incumplimiento de la Ley 11.723 de Evaluación de Impacto Ambiental. Ley que existe aunque el Intendente Municipal lo niegue y obviamente no se atreva a discutirlo públicamente.

Simultáneamente, denunciamos que a pesar de nuestra presentación ante la OPDS hace ya más de 1 mes (15 de mayo) este organismo provincial aún no a intervenido para hacer cumplir su propia resolución permitiendo de esta manera que la obras avance.  Protegen, con su conocida burocracia, una obra hidráulica solapada para proteger, de probables crecidas del río, a los barrios cerrados en construcción o próximos a iniciar la misma.

Estas urbanizaciones privadas, que se las conoce como country, se construyen sobre el bosque y los humedales ribereños que son la recarga de los acuíferos, regulador de las inundaciones, reservorios de agua y un ecosistema en si mismo. Es decir se construye sobre bienes comunes aunque alguien pueda sostener un titulo de propiedad, y es aquí donde se desnuda el compromiso del Estado (en cualquiera de sus instancias) al no proteger estos lugares y permitir obras de este tipo.

Nuestros gobernantes desconocen en los hechos el principio de la función social de la tierra. Sobre estas propiedades no se puede hacer lo que se quiera, el comportamiento al que asistimos está demostrando una actitud de clases: defender, tal cual dice el Papa Francisco, los intereses de los poderosos en contra de las necesidades de los pobres así lo demuestra. Agravado, en este caso, con que toda la región es considerada un bosque nativo y zona de reserva.

Así se viola la Ley Nacional de Bosques (Ley 26.331) y se destruye un ecosistema forestal natural compuesto predominantemente por especies arbóreas nativas maduras, con diversas especies de flora y fauna asociados con el medio que las rodea –suelo, subsuelo, atmósfera, clima, recursos hídricos- conformando una trama interdependiente con características propias y múltiples funciones, como especifica la ley mencionada.

Aunque nuestra Constitución Nacional no reconozca a la naturaleza como sujeto de derecho, como si lo determinan las de Bolivia y Ecuador, un gobierno que se considere progresista y popular, debería impulsarlo. Contrariando el principio del “Buen Vivir en armonía con la naturaleza” nuestros gobiernos lo que hacen es mercantilizar a la naturaleza.

Reclamamos el inmediato cese de las obras ilegales en la costa de Hudson. No permitamos que se desconozcan los derechos de los vecinos de la región a vivir en un lugar digno y un ambientalmente protegido. El futuro es hoy.

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